Vamos a partir de la base de que este post y la que lo escribe abrazan todas las formas del comer: todas las horas son buenas y casi todos los alimentos también. Una vez dicho esto contaré, como acostumbro, la historia de mi vida y los contrastes que enfrento viviendo en unas latitudes peninsulares tan opuestas a las de mi lejano oeste infanto-juvenil.
Casi toda la infancia me la pasé desayunando “un colacaíto bebido“ antes de salir pitando al cole. Y entre nada y un bollicao a la hora del recreo si lograba que mi tío Juli lo sumara a la cuenta de mis padres en su tienda. Jamás oí hablar del almuerzo; esa hora ni siquiera tiene nombre propio en otros sitios que no sean la Comunidad Valenciana. Como mucho, almorzar es comer a mediodía en algunas partes de Andalucía. A esa hora, fuera de aquí, se la conoce como “la media mañana”, y como mucho se toma una fruta, un yogur o un par de galletas.
Porque claro, no tiene sentido arrearse un bocata de longanizas y patatas fritas si a las nueve de la mañana te has empujado unas tostadas de pan de pueblo con manteca colorá bien de zurrapa y un nescafé con leche. Terminaríamos todos como Falete, que fue un poco lo que me pasó cuando hace catorce años me mudé a Valencia y quise abrazar las costumbres locales con tanto ímpetu que después de desayunar almorzaba y para comer arroz negro y de merienda una horchatita con fartons y a lo mejor aún hasta cenaba. Y claro, no.
Poco a poco fui descubriendo que lo que en Valencia llaman almuerzo es en realidad… ¡un desayuno! Lo que pasa es que son lo más de la vanguardia y abrazaron antes que nadie el ayuno intermitente. Se levantan, cafelito bebido y luego ya a las diez y media se ponen finas con un “esmorzaret de categoria”: de cacaus, olives, cervecita, bocadillo y cremaet. Que no falte un perejil, sí señor. Y luego de vuelta al curro, como campeonas.
I què hem de fer? Pues al final he decidido, en mi corrección política, que yo seguiré desayunando bien pero que no le haré ascos a un buen almuerzo de fin de semana, si es con excursión a la montaña mejor, que ese blac i negre no se va a bajar solo. Tengo aliados, eso sí, que me ayudan en mi bushido para convertirme en una esmorzadora de pro.




¿Te esperamos para… merendar?
De mis bollicaos y sus longanizas y de cosas igual o más interesantes hablaremos el miércoles 17 a las 20:00, cuando el gran Vicent Marco vendrá a Gnomo a enseñarnos cómo ser verdaderos profesionales del almuerzo en una tierra que tiene la suerte o la desgracia de no tener ni migas ni manteca colorá. Además, porque no se puede hablar del almuerzo sin nada que echarse al coleto, tendremos a los amigos de La Cantina de Ruzafa, que nos traerán (y explicarán) un suculento “berenar del dijous“ y a Ana Climent, que nos contará su proyecto de recuperación de variedades casi extintas de cacaos valencianos que podremos probar también. Por supuesto, también cerveza Turia, porque no hay tradición de la terreta que no se riegue bien ;)