Mira qué horas son y yo con estos pelos. La mayoría de empresas ya han dicho todo lo que tenían que decir por el Día de la Madre y la nuestra qué, es que Gnomo no tiene regalos o qué. Pues sí, pero ya para qué si todo el mundo ya tendrá comprados los suyos… ¿o no? Y encima no es decir que vaya tarde con la newsletter porque esté, precisamente, siendo buena madre ahora que el niño está de vacaciones de Pascua. No, yo nunca he sido buena madre ni he tenido instinto maternal. Ni me despertaban los llantos por la noche, ni me tenía que poner empapadores en las tetas cuando oía algún bebé, ni ná. Y ahora que ya es preadolescente estamos en un punto en que no se sabe bien quién es el adulto responsable. Ni comparto comida de mi plato ni le dejo ducharse antes. Soy del tipo de madres que le contestan a su hijo “me la agarras con la mano“ cuando pide parar a comprar un bao en un restaurante que se llama Felisano. Así de mala. Pero eh, que podría ser peor: mira Medea, que mató a sus hijos. Eso yo no lo haría. O las mamás koala, que les dan a sus hijes mierda para cenar. Su propia caca. La de ellas. Feísimo también.
Al fin y al cabo ¿cuál es el regalo que más le gusta a una madre? Pues dejar de serlo. Es decir, entiéndaseme antes de lanzarme piedras, que lo que más nos gusta a las seres humanas que tenemos progenie es, de vez en cuando, ser nosotras las cuidadas: no tener que pensar en cenas, ni en si estarán bien abrigaditos, ni en si estamos arruinando su flora intestinal con el bocata de salchichón. Que nos mimen y que nos descarguen la mochila que llevamos todas: las buenas y las malas.
Te dejo con una selección de regalos para madres de todo pelaje y condición, con mención especial a que los libros de Laura Agustí están todos FIRMADOS, que hay muchas más joyas de SiO2 recién sacadas del horno que aún no están en la web y que todos los modelos de gafas de sol están volando porque vienen presentadas de lo más cuqui y quien avisa no es traidora.





